domingo, 7 de septiembre de 2008

Un tal Luchito


Luchito Vera, un niño de seis años recién cumplidos, iba al colegio todos los días porque tenía muchos deseos de aprender a leer y saber todo lo que le enseñaran e incluso más.

También le gustaba hacer bromas a sus amigos, no bromas pesadas eso sí, bromas simpáticas y además lo que tenía bonito de su persona era que si algún compañero de colegio caía enfermo, él le llevaba las tareas para que no se atrasara.

En la casa, Luchito ayudaba a poner la mesa, lustraba sus zapatos, entretenía a sus hermanos menores, siempre trataba de hacer sonreír a su mamá si la veía triste y acompañaba a su padre a hacer las compras sin pedir nada para si mismo.

Su madre no tenía que decirle.: “deja ordenada tu pieza Lucho”, “saca tu ropa sucia Lucho”, etc., porque a él se le ocurrían las cosas antes de que se las pidieran. No se puede decir que fuera porfiado por que siempre obedecía consejos de sus padres y para levantarse por la mañana era mucho más rápido que nadie, aunque para ello tenía que acostarse primero también. Era un niño de muchas cualidades Luchito, pero lo raro era que él se encontraba feo, tonto, sin amigos, aburrido, desordenado. Se encontraba todo mal. Cómo hacerlo para que entendiera que lo que él pensaba no era la realidad. Acaso nadie de su familia le decía las cosas buenas que poseía Luchito?

Es verdad que a veces la mamá o el papá que llegaban muy cansados, apenas le hablaban y nunca se les ocurría decirle lo contentos que estaban con un hijo como él.

El en cambio, le decía a su mamá que era bonita, suave, que la quería mucho a ella, a su papá y a sus hermanitos. Pero a él, no le decían cómo era, entonces Luchito no conocía sus cualidades, pero sí sus defectos, por que un tío de los que muy pocas veces visitaba el hogar, le había dicho “tonto” por cometer una pequeña torpeza. Luchito le había contestado a su tío que a los niños no se les dice nunca así, por que los perjudicaba. Además, si usted me encuentra así, le dijo, es porque lo es primero que yo, por que los defectos de uno son como un espejo, me los veo en lo que no me gusta de los demás. El tío como era muy simple, no tomó en cuenta lo que le dijo Luchito, pero dejó de ir a visitar a su hermano.

Como ya dijimos, los padres de Luchito no le trataban mal pero, tampoco lo halagaban ni siquiera en alguna ocasión especial, ni le hacían notar las cosas buenas que hacía.

Tal vez, y para no cometer injusticia, los papás de Luchito, pensaban que decirles a los que amamos sus cualidades como se creía antaño, se ponen engreídos y vanidosos?

¿Qué dicen ustedes niños? ¿qué les han dicho a ustedes sus familiares? ¿cómo se encuentran ustedes? Piensen un momento y que les vaya bien. Desde ya parto diciéndoles que los niños son para mí la mejor y más maravillosa y angelical creación del buen Dios.

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