sábado, 6 de junio de 2009

La Reina de la Miel



Era hermosa, los ojos de miel y la voz azucarada. El pelo le caía en suaves cascadas de color platino, otorgándole un aspecto majestuoso, un halo de reina.

Su diaria tarea consistía en reforzar o ayudar a la voluntad de las demás abejitas a succionar el jugo de las flores, campánulas y florizaleas.

Así sucedía todos los días, hasta que se dibujó en el cielo una nube amenazante precedida por un ruido atemorizador. Al divisarla, las abejas reconocieron a sus consabidos enemigos, los escarabajos. Ellos aplastarían en pocos segundos todo el plantío de flores silvestres y ¿quién lloraría la muerte de flores y abejas?

Las abejas se agazaparon en el suelo sin respirar, más la Reina de la Miel y el panal se dispusieron a la amenaza. ¡stop! ¡stop!- dijo en varios idiomas, comprendido por insectos -desviénse de la ruta o sentirán una picazón tan grande en los lomos, que morirán de risa.


Así sucedía todos los días, hasta que se dibujó en el cielo una nube amenazante precedida por un ruido atemorizador. Al divisarla, las abejas reconocieron a sus consabidos enemigos, los escarabajos. Ellos aplastarían en pocos segundos todo el plantío de flores silvestres y ¿quién lloraría la muerte de flores y abejas?

Las abejas se agazaparon en el suelo sin respirar, más la Reina de la Miel y el panal se dispusieron a la amenaza. ¡stop! ¡stop!- dijo en varios idiomas, comprendido por insectos -desviénse de la ruta o sentirán una picazón tan grande en los lomos, que morirán de risa.
El Jefe de los Escarabajos frunció el ceño altivamente y no hizo mayor caso a la advertencia -son unas estúpidas-pensó.

El Segundo Jefe dijo- tomen en cuenta que son damas, con todo respeto, hay otro campo más allá. No busquemos líos innecesarios, la última vez usted perdió media ala y yo quedé con las antenas fracturadas y una pata menos.

-Los cobardes pueden retirarse de las filas - gruñó el Escarabajo Jefe-, volaban sobre la última milla y empezaron a descender sobre el campo repleto de flores y abejas.

Se produjo una batahola grandiosa y en medio del tumulto, la Reina de la Miel se encontró a boca de jarro con el Jefe de los Escarabajos y ocurrió que el corazón duro, desabrido y siempre lógico de éste, operó un trastorno inesperado y notable apenas contempló la dulce mirada de la Reina. Su distracción alcanzó a tal punto, que no fue capaz de confirmar la orden de arrasar con el campo de flores.

En el cielo se abrió una luz clarísima y blanca como nata de leche y en lugar del desbarajuste propio de una batalla, se escuchó una música melodiosa y romántica que seguramente provenía de los ángeles del cielo que acompañan generalmente a Cupido, ese que conocemos por fotos, y provoca los amores rápidos y también los lentos. Esta vez la flecha que había apuntado llegó justo a tiempo para detener la destrucción en la que iban a caer las víctimas ya nombradas.

El escarabajo posó sus varoniles ojos en la frente juvenil y platinada de la seductora, quien también había sentido la herida del amor, que sin embargo, no destruye sino que crea más vida.

Por esta vez, las abejas y flores se salvaron y nadie tendría que llorar por ellas.

Así amiguitos, la miel que te sirves al desayuno trae escondida una historia de amor que es ésta, y a mayor amor, más dulzor.

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