sábado, 6 de septiembre de 2008

Una Planta Triste y el San Juan



Una planta grande y verde que vivía en un gran parque de jardines muy tranquila y feliz, en un día otoñal divisó a lo lejos un caracol con su casa a cuestas, gordo y comilón el que sin decirle ni siquiera chis, lo que equivale a decir permiso, en idioma vegetal, le devoró más de la mitad de las hojas y ésta se quedó peladita como si ya hubiese llegado el invierno que la desnudaba con las manos del viento, como acostumbraba a hacerlo y ya no era novedad para ella. La planta lloró y lloró sin que nadie la escuchara, Estaba triste y aunque las plantas no tienen malos sentimientos tuvo ganas de castigar al caracol, pero éste ya se había trasladado a acomodar su casa a la planta ubicada al frente de ella.

La planta de enfrente, estaba llena de angustia, aterrada por lo que iba a pasar, ya que había visto lo que le había sucedido a su colega, miraba para todos lados para ver si alguien la podía ayudar y nada, transcurrieron algunos segundos y pasó por allí un señor español que recolectaba caracoles para su comida favorita y pescó el gordo caracol y se lo llevó en su bolsa ¡qué felicidad! Estaba salvada.

La planta sin hojas que miraba, sintió desesperanza, por qué a ella no le había ocurrido algo así, en cambio, ahora estaba llena de odio y decepción. En ese le podía momento apareció un San Juan. El San Juan como sabio que es, comprendió lo que le estaba pasando y supo decirle palabras consoladoras: Mañana linda plantita, crecerás de nuevo y mucho más hermosa, ten confianza, no guardes resentimiento en tu bello corazón. El caracol no tiene culpa, es así, lo hace para sobrevivir. Tengo celos y envidia, dijo la planta, a mi colega del frente no le pasó nada y mira yo como he quedado. Lo sé, dijo el San Juan, pero tú vas a crecer más bonita aún de lo que eras, ya verás. La plantita sintió simpatía por el San Juan y tuvo vergüenza de lo que había dicho.

Siento gratitud por ti, reflexionó la planta desnuda, me haz enseñado a no tener malos sentimientos contra ese caracol, que es como es, nada más y no sabe otra manera.

Ten confianza, dijo el San Juan, yo te voy a cuidar, y se quedó junto a su tronco recostado, con el ojo atento por si venía otro caracol.


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